9 septiembre, 2016

Estoy cansada

 

Estoy cansada, no puedo más…

Escucho esta frase muy seguido, no sólo de la boca de las mujeres con las que trabajo, sino también de mis familiares, mis amigas, compañeras, dependientas que me encuentro en el súper o en una tienda. ¿Qué nos pasa a las mujeres? Evidentemente a cada una nos pasa algo diferente, pero he podido observar algunos patrones que se repiten de unas mujeres a otras. Frecuentemente, las mujeres dedicamos mucha de nuestra energía a los demás. Estamos educadas para cuidar y estar pendientes de nuestras parejas, hijos, familiares, amig@s, etc. El problema no está en querer cuidar nuestras relaciones y nuestros seres queridos, sino no saber cuidarnos a nosotras mismas, no darnos un espacio para saber qué necesitamos y nutrirnos adecuadamente (y no me refiero sólo a la alimentación). Es muy importante para nosotras distinguir y poner límites a lo que damos, porque nuestra energía es mucha pero no eterna y por lo tanto, nos toca administrarla adecuadamente.

Trabajamos fuera, trabajamos en casa y rara vez nos sentimos apoyadas en esta ardua labor. El resultado: el cansancio, la fatiga, hasta llegar al agotamiento que puede generar enfermedades como fatiga crónica, fibromialgia, anemia, depresión, ansiedad, etc.

La solución tiene que ver con tomar consciencia de qué estoy haciendo con mi energía, tomarse a cargo de manera responsable. Esto no es fácil, ya que hacer cambios pasa por enfrentarse a una sociedad que nos impone estos patrones. Además, muchas veces somos nuestras peores enemigas, ya que no nos permitimos cuestionarnos nuestra autoexigencia por miedo a sentirnos culpables y egoistas.

En realidad, la mayoría de las veces estamos haciendo más de la cuenta y podemos equilibrar nuestro autocuidado con el cuidado de los demás, de manera razonable y beneficiosa para todo nuestro sistema. El trabajo terapéutico con el cuerpo también es un factor esencial para recuperar la fuerza y la vitalidad.